viernes, 6 de abril de 2012

La libertad religiosa

La religión católica es una fe. Sostiene que Dios existe y que ha hecho determinadas revelaciones que son las que elige la Iglesia Católica, que compara las distintas fuentes y elige las que le parecen más adecuadas. Millones de personas tienen esta fe. Atacar a la religión católica sin un motivo suficiente es una forma de molestarlas.

Curiosamente, el ateísmo también es una fe: probar la existencia de Dios es difícil; pero probar que no existe es tan difícil o más. “Dios existe.” es un indecidible: una cuestión que la filosofía no permite averiguar si es cierta o no. Una manifestación, por multitudinaria que sea, no prueba una cuestión.

A quienes profesan una misma fe les gusta reunirse. Eso les confirma en sus creencias. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) logró reunir a más de 100.000 militantes en sus grandes manifestaciones. Hoy en día casi todo el mundo cree que estaban equivocados. Es natural que los ateos también se reúnan: esto les ayuda a defender su derecho a no pensar lo mismo que dice la Iglesia Católica.

Durante el Franquismo, las leyes españolas decían que “La religión española es la católica, única verdadera.” Esto permitía que las leyes persiguieran cualquier práctica que no estuviera de acuerdo con esta religión. Ser homosexual era una culpa suficiente como para ser encarcelado o internado en un centro psiquiátrico con un severo tratamiento. Es natural luchar contra la prepotencia de algunos católicos que se creen con derecho a imponer su credo a los demás.

Luchar contra esta prepotencia es una necesidad: miles de personas han muerto o han sido torturadas por no ser católicas. Una de las peores matanzas que recuerda la historia fue la toma de Jerusalén durante la Primera Cruzada. Los habitantes de Jerusalén fueron asesinados ya fueran hebreos, musulmanes o católicos. Lo que no es justo es molestar a los católicos cuando intentan celebrar sus fiestas religiosas. Hay muchos días en el año que no son coinciden con ellas y pueden ser usados para una manifestación donde se reúnan los ateos. Un ejemplo: el 8 de diciembre, aniversario de la proclamación de la Constitución, que establece que en España no pueden existir la discriminación por razones religiosas.

Por otra parte, considero absurdo hacer una manifestación reivindicando que Dios no existe. Si su existencia es una cuestión indecidible, Dios seguirá existiendo o sin existir por mucha gente que vaya a la manifestación. No obstante, podríamos decir lo mismo de las procesiones que organiza la Iglesia Católica.

Donde me duele es en la libertad religiosa. Los católicos sostienen que para salvar nuestra alma debemos elegir el camino correcto. Yo también lo creo; pero no creo que el camino correcto sea el suyo. Cada religión, cada credo representa un camino para salvar nuestra alma y cada persona es libre de elegir el suyo mientras no viole las leyes del país en el que vive –en este caso, España-. La Iglesia Católica no tiene ningún derecho a imponer a los no católicos una forma de vida o unas leyes.

Hace años vi como en el programa “Caiga quien caiga” de Tele 5 mostraba un video de la televisión correspondiente a la COPE donde un cura decía “¡Es que se creen que algo es legítimo sólo porque lo vote la mayoría de los diputados!” y el Gran Wyoming respondía: “¡Por supuesto que sí! Porque, de lo contrario, esto no sería una democracia, sino una teocracia."

La libertad religiosa es esencial sobre todo porque quienes profesan una religión se creen en posesión de un conjunto de verdades que afectan a la mayoría de los ámbitos de la vida y se consideran con derecho a imponérselos a los demás. Frente al afán de los creyentes por imponernos a los demás sus creencias debemos reivindicar la libertad religiosa y luchar por ella; ¡Pero luchar unidos, sin dividirnos en católicos, agnósticos, protestantes, hebreos o musulmanes! Para vencer debemos unirnos en una sola fuerza que luche contra los fanáticos que se creen con derecho a imponernos sus creencias. Así tendremos más posibilidades de vencer. No se trata sólo de poder decidir en qué creer sino también en cómo creer. En España, hay mucha gente que es católica pero no les gusta que el cura les amargue la vida exigiéndole que se case con su pareja cuando forman una pareja de hecho: es un asunto privado y el cura no es quién para decidir sobre ello. La cosa varía cuando la pareja quiere ir a la iglesia: ahí es el cura quien manda y quien decide si dispensa los sacramentos o no.

Una reivindicación básica del movimiento laico debe ser que el estado deje de gastar el dinero de todos en subvencionar a la Iglesia Católica. Si se les paga por cuidar a los enfermos o a los mendigos, la Iglesia debe competir con otras ofertas y sólo ganará el concurso cuando haga la mejor oferta. La Iglesia Católica no es pobre como prueba que sea dueña de muchas Universidades. ¿Qué otra entidad española puede permitirse el lujo de tener una Universidad? Mientras los católicos sufraguen sus universidades, colegios, medios de comunicación y demás medios de influencia con su dinero me parecerá legítima la defensa de su fe; pero no veo por qué tenemos que pagar los demás su publicidad. Esto es como si, mañana, el gobierno del PP decidiera por su cuenta y sin contar con los demás sufragar toda la publicidad de “El Corte Inglés”. Sería absurdo, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario