Hace unos años, una amiga me presentó a un señor que decía
ser el presidente de una de las mayores empresas eléctricas de Italia. Me
preguntó qué opinaba de la energía eólica y le respondí que creía que era una
de las energías del futuro. A continuación resumo los argumentos que expuse a
favor de esta forma de generar energía –en realidad no se genera energía, sino
que se toma la energía del viento: “La energía no se crea ni se destruye: sólo
se transforma.”-.
Un argumento contra la instalación de aerogeneradores es que
la energía eléctrica no es fácil de acumular en grandes cantidades: los
condensadores eléctricos tienen poca capacidad y las baterías son caras,
pesadas y tampoco pueden acumular mucha carga eléctrica. A veces, el viento produce más energía de la que la red es capaz de recoger y hay que desconectar algunos aerogeneradores.
Es es una falacia que la energía eléctrica no se pueda acumular: cualquier reacción química reversible
permite acumular la energía eléctrica. En particular, mediante energía eólica
se puede generar hidrógeno mediante la electrólisis química. Me preguntó si eso
era viable. Le respondí que, cuando tenía trece años, había producido hidrógeno
mediante agua ligeramente salada, una pila de cuatro voltios y medio, un vaso
con esta solución y un par de tubos de ensayo: no es difícil hacerlo.
Un problema que aparecía entonces es que el hidrógeno es un
gas difícil de manejar. Sin embargo, existen en el mundo muchas empresas que
ganan mucho dinero suministrando hidrocarburos y, para ello, hay que manejarlos
y transportarlos. En Alemania, hace mucho tiempo se descubrió que se puede unir
el hidrógeno y el monóxido de carbono produciendo metano en un horno
incandescente. El metano es el principal ingrediente del gas natural, que en
España se mueve fácilmente mediante gasoductos y transportes específicos.
Además, el metano es fácil de transformar en otros hidrocarburos por parte de
la industria química.
La forma más probada para producir metano a partir del
hidrógeno es el Proceso Fischer-Tropsch. Existen otros: se pueden unir dióxido
de carbono y hidrógeno para producir metano mediante la Reacción de Sabatier.
En cualquier caso, la ingeniería química debe trabajar con habilidad para
construir instalaciones que contaminen lo menos posible y reciclen los
subproductos de las reacciones.
La energía eléctrica producida eólicamente permite producir
hidrógeno a partir del agua y sintetizar metano a partir de él. También puede
mover los elementos que reciclan los residuos para que la instalación sea lo
mejor posible desde el punto de vista ambiental.
Otra forma
de aprovechar los excesos de producción de energía eólica es purificar
substancias mediante instalaciones químicas movidas por ella: la mayoría de las
substancias son útiles cuando son puras o están combinadas en una proporción
determinada; cuando están muy mezcladas, son basura. En la basura, hay hierro,
oro, plata, cobre… Si se considera la reunión de todas estas substancias basura
es porque su concentración es pequeña y están mezcladas unas con otras. Usar la
energía eléctrica para separar unas substancias de otras crea valor y reduce la
cantidad de basura. La materia prima ideal son los residuos de industrias
químicas, que suelen ser ricos en algunas substancias, pero se les considera
basura porque las substancias valiosas tienen demasiadas impurezas.