sábado, 8 de febrero de 2014

Democracia directa para España

La situación política en España es difícil. Hay indicios de que muchos políticos importantes han cobrado sobornos. Estos conducen a quienes lo reciben a hacer lo mejor para quienes les pagan, no lo mejor para España. La democracia directa puede ser la solución contra la corrupción. Los ideales existen en los libros; pero podemos ver regímenes políticos bastante próximos a la democracia directa en Suiza y en muchos de los estados que forman parte de los Estados Unidos de América.

La teoría económica supone que cada agente económico hace lo que más le conviene y, usando esta hipótesis, intenta explicar los fenómenos económicos. Puede que esta hipótesis no llegue a ser exacta; pero permite explicar con precisión la conducta humana.

La democracia representativa se basa en representantes elegidos por el pueblo o por otros representantes que ocupan los distintos puestos desde los que se dirige el Estado. En la República Romana, se llamaban magistraturas; pero, dado que hoy en día la palabra sólo suele usarse para cargos judiciales, podemos llamarlos cargos políticos.

El problema es que los representantes no suelen hacer lo mejor para aquellos que representan; sino lo mejor para sí mismos. Un representante sólo tiende a hacer lo mejor para sus representados si espera lograr a cambio una gran recompensa o si le aguarda un fuerte castigo seguro si les traiciona. La impopularidad que acarrea tomar decisiones impopulares y que estas se conozcan a través de los medios de comunicación incita a los políticos a actuar mejor.

Si un conjunto de políticos elige a otro para un cargo político, no suele elegir al que mejor servirá al pueblo, sino al que mejor servirá a sus intereses. Si se producen varias elecciones así en cadena -políticos que eligen a representantes que eligen a otros políticos- el resultado es un Estado cuyas acciones tienen poco que ver con el interés general.

La principal característica de la democracia directa consiste en eliminar muchos mediadores entre los ciudadanos y las decisiones importantes. En particular, en elegir directamente a las personas más importantes del Estado.

En muchos estados de Estados Unidos, el fiscal general del Estado es elegido directamente. También es frecuente que se elija directamente el órgano judicial supremo, que en España es actualmente el Consejo General del Poder Judicial. Por ejemplo, en el estado de Washington -no confundir con la ciudad de Washington que es la capital de Estados Unidos y está muy lejos de este estado-,  los nueve jueces que integran la Corte Suprema de Washington son elegidos de tres en tres cada tres años. De esta forma, se consigue un poder judicial cuya actuación está más próxima a las opiniones de los ciudadanos que a los intereses de los políticos. Sobre la eficacia de los fiscales elegidos directamente merece ser destacado Rudolph Giulliani que como fiscal del Distrito Sur de Nueva York consiguió ganar más de un 99% de los casos.

Tres instrumentos de la democracia directa que merecen ser destacados son la iniciativa popular directa, el referéndum vinculante y la revocatoria. La primera consiste en que, si un grupo de ciudadanos consigue el número de firmas necesario para apoyar una iniciativa legislativa, esta debe ser votada en referéndum. El referéndum es vinculante si lo que se decida debe ser recogido como ley y prevalece sobre lo que decidan otros poderes del Estado. En particular, la constitución puede ser modificada mediante iniciativas legislativas directas y referéndums vinculantes: así sucede en Suiza.

Esta forma de hacer las cosas impide que suceda lo que en Irán, donde existe un 'Consejo de Guardianes de la Revolución' que no elige el pueblo y puede vetar cualquier ley y decidir quién es digno de presentarse para un cargo político. Si existe un órgano del Estado ajeno al pueblo cuyos miembros deciden a quién se puede elegir y qué leyes son 'legítimas', este órgano impide que quienes dirigen el Estado sean aquellos que desea el pueblo o que las leyes se ajusten a la voluntad popular. Por último, la revocatoria consiste en que el pueblo puede revocar el mandato de un cargo elegido si su actuación no satisface a quienes le han elegido.


Cuando se elige a un cargo importante, es conveniente que la elección se haga a dos vueltas: en la primera, se distinguen los candidatos más populares y, en la segunda, los dos candidatos con más votos en la primera se disputan el puesto. Si no se obra así, es posible que un político impopular consiga el cargo. Por ejemplo, supongamos que hay cuatro candidatos que tienen el 15%, el 20%, el 30% y el 35% de los votos. Si hay una sola vuelta, podría triunfar el último candidato aunque el 65% del electorado le considere inaceptable. Si hay dos vueltas, triunfará el tercero si los ciudadanos consideran que es la mejor opción.