miércoles, 13 de junio de 2012

Israel y la Revolución Siria


Quien encarcela a los discrepantes políticos es un tirano; quien los mata, un asesino; quien gobierna en Siria es Bashar Al-Assad.  Este tirano se permite el lujo de usar la artillería del ejército sirio contra barrios matando a mujeres y niños. Esto está provocando la indignación de todo el mundo. En los países democráticos, donde el comportamiento de sus dirigentes políticos no tiene nada que ver con el de Bashar Al-Assad, esta indignación es aún mayor.

Está claro que la comunidad internacional quiere acabar con la tiranía de Bashar Al-Assad; pero no es tan fácil encontrar los instrumentos adecuados. Por una parte, está la oposición de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU a una intervención armada. Este es un obstáculo decisivo: China y Rusia son dos grandes potencias económicas, científicas, industriales, militares y nucleares. No se puede hacer nada sin su aprobación. Conseguir su apoyo no es barato ni sencillo y no lo darán si esta solicitud no está apoyada por hechos muy graves. Creo que la conducta Bashar Al-Assad hace tiempo que justifica el apoyo que se solicita a Rusia y China.

Una alternativa o medida complementaria a una intervención armada sería el suministro a los rebeldes de armas suficientes para derrotar al tirano. Aquí el obstáculo es la heterogeneidad de los rebeldes: algunos son sinceros cuando reivindican la democracia y la libertad religiosa; pero hay grupos dentro de la Revolución Siria que son partidarios de usar sus armas contra Israel, bien directamente, bien entregándoselas a los palestinos.

Israel es el mejor aliado de Estados Unidos en Oriente Medio. Ningún país sensato abandona a sus aliados. Puede que Europa no fuera invadida por la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial con su gran potencia militar que se mostraba en un intenso uso de la artillería, sus magníficos tanques T-34 invulnerables a la mayoría de los cañones antitanques y su enorme ejército dispuesto a asumir enormes bajas para lograr la victoria, gracias al apoyo de Estados Unidos. La OTAN fue la garantía de la democracia en Europa y la Unión Europea tampoco puede actuar al margen de sus aliados.

Suministrar armas a la Revolución Siria para que luego sean usadas contra Israel es algo que ni Estados Unidos ni la Unión Europea pueden hacer. Por lo tanto, la Revolución Siria, si quiere triunfar y ser apoyada desde Europa y Estados Unidos, debe lograr un pacto con Israel. Este pacto debería consistir en asegurar que estas armas jamás serán usadas para Israel y apartar del movimiento revolucionario a los islamistas fanáticos que ven en el estado democrático de Israel un enemigo: en Israel tanto musulmanes como hebreos y cristianos pueden practicar su religión. Si los revolucionarios sirios quieren que los cristianos europeos y los hebreos israelíes apoyen su revolución deben garantizar que el fruto de esta revolución será una democracia donde cualquier persona podrá practicar libremente su religión o abstenerse de tenerla, no una teocracia musulmana donde aquellos que no sean de la secta dirigente serán perseguidos.

Por supuesto, ni Israel ni sus aliados occidentales ni siquiera Rusia van a apoyar la aparición en Siria de una teocracia musulmana que sueñe con una gran victoria sobre Israel o quiera mantener una guerra fría suministrando armas a los palestinos. En Israel, en Europa y en el resto del mundo, muchos soñamos con mejorar las condiciones de vida de los palestinos; pero agredir a nuestros aliados no está en la lista de soluciones.

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